Podías odiarla. No era difícil. Estéticamente, Ximena era todo lo que debía ser. Leía Cosmopolitan y veía Sex and the city. Sabía quien era Ferran Adrià y miraba películas de Gus Van Sant. Aunque si llegabas a conocerla, entendías que a pesar de todo, lo que más le gustaba era mirar comedias románticas. A mí al menos, me costó. En clases era crítica y en el patio podía ser muy pesada. Pero si te la topabas en su casa un domingo, usando un pantalón de buzo, con un cintillo sobre su cabeza y sujetando una taza de té, te quedaba claro. Ximena quería que algo grande le pasara. Quería un evento. Y los eventos, suelen ser accidentes improbables. Aunque nunca dejen de ocurrir. Por eso la espera. La vida que soñó, en algún minuto tendrá que comenzar.
jueves, 28 de junio de 2007
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